Friulanos sobre el Parana
Venían del Friuli, territorio del Imperio Austro-Húngaro que luego pasó a pertenecer a Italia. Se instalaron en estrechas franjas agrícolas junto al gran río, en el norte de Santa Fe. María Zorzon nació allí y, cámara en mano, volvió para rescatar en bellas imágenes su historia y su presente
Llegaron en barco, navegando por el Paraná, y fundaron las colonias que luego serían Reconquista y Avellaneda, en el nordeste de la provincia de Santa Fe. Eran doscientas familias que, entre 1879 y 1880, habían salido de algunos pueblos del Friuli, una región del actual nordeste de Italia que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Campesinos desde tiempos inmemoriales, esos colonos trabajaron la estrecha franja de tierras agrícolas que se extiende entre el río Paraná, al Este, y la llamada Cuña Boscosa, al Oeste.
En la década del 60, la fotógrafa María Zorzon era una niña que asistía a la escuela rural en la colonia de Reconquista. El mundo era, para ella, esa comunidad geográficamente bastante aislada. Por eso se sorprendía, según cuenta hoy, de que su apellido y el de todos sus vecinos fueran muy distintos de los de los héroes de la patria que aprendía en la clase de historia: Zorzon, Tomadin, Brezan, Sponton, Petrolli, Muchiut, Capelleti, Batistuta (sí, la familia del célebre futbolista). "¡Es que los héroes no eran gringos!", le explicó a María, con dudosa precisión étnica, su maestra. Luego de buscar en vano la palabra en los diccionarios, María descubrió la verdad: "Los gringos éramos nosotros -dice-, los del campo y, especialmente, los que hablaban friulano".El Friuli, hoy llamado Friuli-Venezia Giulia, es la región más oriental de Italia, entre los Alpes y el Adriático, y lindante con Austria y Eslovenia. Por allí pasaron, a través de los siglos, los romanos (la palabra Friuli deriva de Forum Julii, un asentamiento romano), los longobardos y los francos de Carlomagno. En el siglo XIX, las tierras del Friuli pertenecían a grandes terratenientes a quienes las familias del pueblo debían pagar altísimos impuestos para trabajar exiguas parcelas. En ese sistema de explotación, vivía Domenico Zorzon, tatarabuelo de María, cuando aparecieron anuncios que ofrecían la concesión gratuita de terrenos agrícolas en la Argentina. Hacia aquí vino Domenico, uno más entre los colonos emprendedores.
Este pasado se hubiese perdido en la impiadosa desmemoria argentina de no ser por Jorge Cracogna y Juan Faccioli -integrantes de aquella primera migración que dejaron testimonios escritos- y por Víctor Braidot, que los rescató en su libro sobre la historia de Avellaneda. Según Faccioli, al llegar al Hotel de Inmigrantes se enteraron de que estaban destinados al Territorio Nacional del Chaco, donde les darían tierras que estaban habitadas por aborígenes: algunos huyeron del Hotel de Inmigrantes, pero luego de vagar sin conseguir trabajo ni comida volvieron y aceptaron llegar a Reconquista y, desde allí, a una colonia que se formaría del otro lado del arroyo El Rey.
Desde entonces, las escasas tierras del nordeste santafecino se subdividieron tanto que ya no bastaban para mantener a las familias. La de María fue una entre muchas que buscaron otros rumbos. Sin embargo, veinte años después de su partida, María Zorzon regresó, convertida en fotógrafa, para rescatar historias y personajes de una comunidad que, por el peculiar aislamiento de la geografía, conserva una rica singularidad que agrega color a la múltiple identidad argentina..
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